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No se trata de mí. Se trata de Dios

Joana*, hija de misioneros transculturales, vivió un profundo viaje de sanidad y búsqueda de su identidad en Dios, transformó la visión de sí misma y del llamado que Dios tenía para su vida.

Al crecer entre dos culturas, nacida en México y criada en Brasil, Joana* enfrentó la dificultad de sentir que no pertenecía a ningún lugar. La experiencia de los padres de Joana* trabajando con árabes en Brasil tuvo un profundo impacto en ella durante su infancia. Al crecer como una “hija de una tercera cultura” (término utilizado para describir a quienes nacen en un lugar, crecen en otro y desarrollan su propia identidad influenciada por ambas culturas) Joana se encontró perdida, sin una identidad clara. 

Al regresar a México se sintió fuera de lugar, no se sentía parte de su país de origen ni de Brasil, lo que generó aversión al estilo de vida de sus padres. “No quiero ser misionera jamás”, pensó Joana. Ella asociaba las misiones a los cambios constantes, el dolor de dejar atrás amigos, familia y lugares. 

 

De  vacaciones a las misiones

Al regresar a Brasil con planes de tener sólo unas vacaciones, Joana se encontró con el llamado de Dios a las misiones. “Fue el primer día que llegué a Brasil que Dios cambió todos mis planes. Me hizo entender que yo quería seguir mis deseos, pero lo que realmente importaba era lo que Él quería para mi vida”, dice. 

En una visita a la base de OM en Brasil, en una conversación casual, una simple pregunta hizo que su vida diera un vuelco: “¿Por qué quieres regresar a Brasil?” Esa pregunta expuso su búsqueda de pertenencia y la llevó a comprender que Dios la estaba llamando a algo más grande. 

Joana tomó la decisión de realizar Reach (un entrenamiento misionero intensivo en Brasil) y este fue el primer paso para sanar la confusión y el dolor que sentía con respecto a las misiones y el llamado. “En este proceso me di cuenta de que mi identidad está en Dios y no en un lugar o en una persona”, reflexiona Joana. Esta revelación la ayudó a aceptar su llamado misionero, no como una imposición, sino como una respuesta al plan de Dios para su vida. 

El curso me ayudó a comprenderme mejor y a lo que hacían mis padres. Yo era sólo una niña en ese momento, pero hoy entiendo que todo lo que hacían era para Dios”, dice. Además, las experiencias y clases interculturales en Reach ampliaron su visión de lo que Dios había preparado para su futuro. 

 

Encuentros que generaron sanidad

Una de las experiencias más memorables para Joana ocurrió durante la práctica en Paraguay. Dios la llevó a lugares significativos de su pasado donde vivió cuando era niña, allí se dio cuenta de que también era parte de un proceso de sanidad al ver el impacto que su familia había tenido en otras vidas. “Entendí que todo el sufrimiento y el sacrificio eran parte de un propósito mayor. No se trata de mí. Se trata de Dios”, dice Joana.

Joana también enfrentó momentos de duda y frustración durante el viaje, especialmente cuando se sentía inútil o cuando parecía que su testimonio no impactaba a quienes la rodeaban. Pero incluso en esos momentos, Dios continuó recordándole que el impacto de su testimonio no dependía de su propia fuerza, sino de el poder de Dios. Durante un encuentro con una chica, quien le reveló que su sueño era conocer a una mujer mexicana, Joana vio cómo Dios usaba hasta el más mínimo detalle para tocar los corazones. 

Además, fue un miembro fundamental de su equipo durante la práctica de Reach. Con sus habilidades bilingües en español y portugués y su experiencia como una verdadera persona de tercera cultura, fue esencial para facilitar la comunicación y la integración entre sus compañeros y las personas locales. Aunque se sentía insegura como intérprete y a pesar de todo el cansancio, estaba dispuesta. “Entendí que no se trataba de mí. Se trataba de Dios”, afirma, consciente de que tuvo que renunciar a algunos momentos para sí mismo para poder servir a su equipo. 

Al finalizar el entrenamiento, Joana fue transformada. Comprendió que su misión era más que simplemente seguir los pasos de sus padres. Se trataba de utilizar sus experiencias y habilidades para servir a Dios y guiar a que la vida de otras personas sea impactada. El entrenamiento de Reach no solo la ayudó a encontrar su identidad, sino que también la preparó para una vida de servicio y propósito. “Después de todas las experiencias y clases, aprendí que, si estás fuera de la voluntad de Dios, nada sirve”, concluyó. 

Para ella, sanar su identidad fue la base para descubrir el propósito que Dios tenía para su vida y para impactar a otros con el amor de Cristo.

 

*Nombre cambiado

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